Se nos olvidó
contestar a esa pregunta,
que un día
alguien nos hizo,
sin recordar por
qué,
ni quién la
disparó a quemarropa.
Las nubes nos
pisaban los talones
y el viento
achuchaba a versos
con la garganta
rota,
sin saber por
qué.
“Locos” nos
gritaba a lomos de una paloma
con ojos más
negros que su corazón,
sin recordar por
qué,
nos atracó a
punta de pistola.
Por más que lo
evito siempre encuentro la razón de ser,
se nos coló algo
de paranoia en la comida
y ahora cagamos
frases filosóficas.
¡Sin saber por
qué!
“Locura” nos
gritaba a lomos de una paloma,
que si se asoma
tiraremos piedras a su ventana,
para que nos
cantara otra vez sus derrotas.
¡¡Sin saber por
qué!!
Cada día nos
saluda el demonio entre horas,
bailando solo sobre
el barro de madrugada
para ensuciarnos
las manos, morir en cada sueño
y así poder
resucitar.
No hay arena
suficiente en esta playa,
para hacer un
reloj que diga el tiempo
que te esperaré,
“¡¡locura!!” me
gritaba desde las alturas.
¿Dónde estará? ¿Y
el amanecer? No está,
hace tiempo que
no se le ve,
que dice el amor
que me quiere fusilar…
¡¡Sin saber por
qué!!
Lo sé, siguen los
sentimientos a flor de piel,
las nubes se
arrastran llorando por el cielo,
si el viento
sopla, sopla y sopla versos
de un poeta que
se sienta a verlas venir.
Truena, detrás de
ese cristal hace frío y truena,
la libertad se
esconde bajo cada árbol,
y la pena tirita
sobre la acera
esperando un día
mejor.
Me enerva, el
segundero no para y no para,
y yo aún sigo sin
respuesta para esa pregunta,
que deja mis
ganas de sonreír en reserva.
Sin saber por
qué.