martes, 14 de enero de 2014

Casi me salvas



Casi me salvas.
Podría quererte,
y quererte tanto
como para convencerme
de que no eres una mentira,
y dejar de odiarte por un rato
para olvidar que eres arte
destrozado y hecho poesía,
sé que guardas mi cariño
bajo las uñas mal pintadas
por culpa del segundero
que amenaza
con fugarse tan rápido
como el cigarrillo
de cada mañana,
que empaña mi despertar
los días de lluvia.
Te busco detrás de la cama
donde guardo las promesas
por cumplir,
me dejo la garganta seca
de gritar y gritar,
de quererte y odiarte,
de sosegar esta ansiedad
que aprieta y no da tregua,
pero nunca afloja la sonrisa
abrazando hasta el alma
más ciega.
Tan viva.
Tan gigante.
Tan tú.
Casi me salvas en el último momento,
cuando mis pulmones se encharcaban,
cuando mis ganas se desangraban,
cuando volaba, y cuando caía,
cuando la soledad me hacía invisible.
Casi me salvas,
sólo te faltó querer.
Me perdí al encontrarte
en aquella primavera
que se moría de hambre,
por arrancar las flores
que ahora adornan
las ojeras de mis ojos,
sollozando cuando lagrimean
sobre los tuyos, impenetrables.
Y por eso podría quererte,
y quererte tanto
como para convencerme
de que no eres una mentira.

martes, 7 de enero de 2014

Un criadero de mariposas



Se descalabró el reloj al bajar cada una de tus vértebras,
si a ciegas rompí las escaleras a golpe de rodillas,
el candil que alumbraba al hombre que un día fui
ahora se ahoga en las barras de los bares,
dónde grabaste a pares besos en mis costillas.

Cada triste musaraña pasó de testigo a verdugo
golpeando con martillos las grietas de mi corazón,
la gota que colmó el vaso inundó la habitación
y mis musas naufragan esperando un mañana
lejos de tus huellas que no ande desnutrido.

Te extraño desde el dolor que provoca este sin sentido,
esta noche me faltan tiros para matar horas que perder,
por el arte de morir y volar en cada suspiro
que me permite a ratos este latir lastimero
si mi estómago es un criadero de mariposas.

jueves, 2 de enero de 2014

En carne viva




De querernos hasta dejar las ganas en carne viva, de gritarle al cielo para que se sequen las heridas que ayer nos impidieron reír. Volaré tallando las nubes con los puñales que la vida me clavó, me dejaré caer sobre los charcos que juntos convertiremos en mares. De bailar sobre las calaveras de recuerdos hundidos en los que ya han florecido nuevas mareas para naufragar. Y ahí va, el último árbol podrido a renacer de sus propios restos. Otra melancolía acompañada de otra puñalada, de la que ya no brota sangre y son sus miradas las que marcan el bombeo de mentiras que acaban en nada. Los silencios nos gritarán al oído que estamos molestando, la luna no saldrá de debajo del colchón, el viento está desorientado por no poder derribar las veredas que se agitan a tu lado. Ni vender tus sonrisas al mejor postor ni al alma más sana que canturrea por lo bajo sobre mi calavera. Hoy no me importa morir de bombas emocionales con mecha corta, de versos envenenados, de abrazos desde tejados, de despeñarme por tu espalda, de besos emborronados por las barbas de un faquir. No, hoy no me importa morir si nos queremos despacio hasta dejar las ganas en carne viva mientras ahí fuera el cielo se hace pedazos estampándose contra la ventana que no conoce un sol.