Damas y caballeros, bienvenidos a mi Renacimiento.
Soy sólo un hombre, un triste idiota que ha cometido
errores. Pueden hundir mi barco con mentiras a quemarropa, lanzarme tormentas
mal versadas, empedrarme el camino, llenar mi plato de carroña y mi vaso de
veneno.
Sólo es un hombre, decían. Un triste idiota, reían.
Pueden hacerme arrastrar sobre el filo de un acantilado,
colgar nidos de cuervos sobre mis cansados hombros, encerrarme en jaulas y
gritarme, con toda la mala ostia del mundo, inquietudes al oído…
Pueden… y se atragantarán con mis ganas de vivir.
Porque aunque me golpeen las costillas y a varazos
me desoyen las tibias, seguiré siendo ese idiota que aún con los pies
ensangrentados sigue bailando sobre el filo de la navaja. Y a ver qué bala me
quita esta sonrisa de la cara.
No soy sólo un hombre, soy el hombre que aún nadie
ha vencido.
Y lo que es la vida: quisieron matarme antes de
tiempo, quisieron pegarle un tiro a mi invierno y se ven en primavera y a falta
de balas.
Damas y caballeros…
¡¡Bienvenidos a MI RENACIMIENTO!!