Tú, de sonrisa tan utópica;
yo,
de imposibles con poco que perder.
Tú,
que de cenicienta tienes poco
y
bailas solitaria a pelo suelto
con
la música en la cabeza.
La
preocupación huye de ti,
no
tiene cabida en tu cuerpo
esculpido
sin censura.
Tú y
tu risa de niña pequeña,
llena
de inocencia,
restándole
importancia
a tu
ya de por sí descomunal
trocito
de corazón en llamas.
Tú,
que no caminas ni lo pretendes,
tú
te dibujas dos alas con acuarelas
y vuelas
hasta que las nubes
cosquilleen
tus pies.
Tú,
que en la mirada tienes C-4
y en
el pecho una fuente
inagotable
de ganas de vivir,
elévame,
sólo un rato,
sobre
tu cama.
Tú
qué haces de los puntos suspensivos
horquillas
para sujetarte los sueños,
y
trazas tu camino a brochazos
de
incandescente optimismo.
Hazme
inmortal mientras viva
y
quítame de la espalda la carga
de la
nutritiva soledad
y su
puta madre.