jueves, 17 de octubre de 2013

Ruiseñores ciegos

Los ruiseñores se balancean sobre mis costillas,
el mundo se ahoga con cuatro lágrimas y tiembla,
cuando cada mariposa nerviosa sobre mi aletea
abriendo con nostalgia todas las heridas,
y es que el amor mata al hombre
por muy fuerte que sea.

Bailamos durante noches sobre el filo de la navaja
apuntalando las sonrisas en los segundos de silencio,
esos en los que la vida empieza a tener sentido
y la marea baja calla para acentuar el oído,
para que los enamorados lloren
y se den un respiro.

Inmenso, azul y eterno cielo de mil caras,
sueño que se pinta de negro con la distancia,
camino recto para una mirada resquebrajada,
que pasa de amarga a sana con menos de nada,
amor que mata a ruiseñores que canturrean
con sorna desde la más alta rama.

El colchón del último invierno sigue sudando tinta
escribiendo en las paredes esas palabras
que murmurábamos a los cuatro vientos,
muriendo de celos en cada nota musical
que interpretan esos ruiseñores,
que de tanto amor andan ciegos.