martes, 16 de diciembre de 2014

Arte divagado

                    

               surreal 

El Sombrerero Loco dando lecciones de cordura,
la Mona Lisa con faja y el amazonas entre las piernas,
Nietzsche gritando ser Dios mientras se acuchilla,
Sylvia Plath jugando a ser una sola persona,
la oreja de Van Gogh haciendo oídos sordos a “El Grito” del Munch,
un Romeo escribiendo un “Julieta” en la mesa a base de hachís,
la mano de Cervantes saludando con el dedo corazón a Dulcinea,
Beethoven abanicándose con sus partituras cada 14 de febrero,
el “David” de Miguel Ángel dando las últimas pinceladas a la Capilla Sixtina,
Dorian Gray follando durante “Las cuatro estaciones” de Vivaldi,
Frankenstein y Drácula sembrando el miedo en Casablanca,
Jack Sparrow surcando la Venecia victoriana a lomos de Moby-Dick,
el Joker de Heath Ledger sonriendo en la caída del muro de Berlín,
 “El Vagabundo” de Gibran Jalil narrando historias a los huérfanos de Oliver Twist,
la orquesta del Titanic guardando silencio en el Caribe,
Charles Chaplin borracho sobre el trapecio escuchando a Ennio Morricone,
Marylin Monroe risueña junto a los leones de la Alhambra,
el surrealismo cobrando sentido en las manos de Salvador Dalí,
una risa hecha trizas en la punta de la Tizona de El Cid,
la mosca de Kafka mutando en Peter Pan cada otoño,
Herman Hesse siendo protagonista en “Cien años de soledad”,
“El club de los poetas muertos” resucitando de la voz del Capitán Williams,
Dio componiendo baladas en la banda sonora de V de Vendetta,
Gandhi saltando bajo la lluvia con Mandela a la sombra de la Torre Eiffel,
los dragones de Khaleesi asediando castillos de papel,
Narciso llorando en la caprichosa soledad de su charco,
Barbarroja sin mares, sin barba y sin barco,
Hannibal Lecter amansando a los corderos con poemas de Lorca,
la horca indultando a Jean Baptiste Grenouille,
Descartes esnifando la línea entre el bien y el mal,
Dimebag Darrell dando vida a la insípida realidad con su guitarra,
Luis Eduardo Aute poniéndole voz a los fusilados al alba,
Miguel Hernández escribiendo con sangre la canción desesperada,
Tyler Durden filosofeando con Dexter en Pompeya,
Jimmy Hendrix esculpiendo con solos la luna llena,
Edgar Allan Poe dándole alas a “El Cuervo” entre ríos de alcohol,
en Troya retumbando los últimos gritos de Leónidas,
voces anónimas envolviendo en el misterio a Michael Jackson,
B. B. King vestido de arlequín en un baile de disfraces junto a Picasso,
el niño negro arrodillado ahora jovial dando de comer al pájaro de la fotografía.

martes, 2 de diciembre de 2014

Vida




¿Qué me quieres decir, vida?
Si es que me hablas a mí.

Tú que enseñaste al ser humano a encabronarse
hasta arder por dentro y soltar la rabia a susurros,
no te entiendo, vida, intenta hablar más alto,
tú que enseñaste al ser humano a enajenarse
hasta odiarse en el espejo y hablar de amores a gritos.
Detrás de tus palabras hay laberintos,
mareas, oleaje, campos yermos
y un paisaje en llamas donde
los cielos se quedan pequeños.

¿Qué me quieres decir, vida?

Tú eres este fango donde hay marcas de pies desnudos
bailando un tango con el ritmo que marca
el canto de las almas al aire libre,
tú que eres la arquitecta de sonrisas
de un calibre que no caben en el pecho.
Debajo de la piel nos guardas fotografías
en blanco y negro a las que dar color.
Vida. Tú, que eres el trago y la sed,
que eres el hambre y la manzana que la mata,
tú que eres el norte y la brújula
apuntando a la sinrazón.
Tú, vida, que eres el barco de vela
y el mar que lo hunde,
eres la sangre, costumbre, silencio
y te conviertes en el dragón coloso
batiendo sus alas sin poder mover la pluma,
con cuya tinta escribes las batallas.

¿Qué me quieres decir, vida?

Tú que abrigas el vientre de una madre
con la ferocidad de una loba,
tú que eres la cuerda que da música al mundo
y la soga que deja marcas en el corazón.
Tú, vida, que por fuera eres una fuente de agua
y por dentro un volcán en constante erupción,
tú que das revolución y quitas la voz,
que eres a la vez la herida y la cicatriz;
que haces de lo bello algo macabro
y sacas del dolor pinceladas de belleza.
Calma y huracanes en tus ojos,
eres la segunda oportunidad del verdugo,
el tiempo que se le escapa al testigo,
eres el abrazo y las coces en el estómago,
eres las ganas que se van por la ventana
y aún así vuelves para darnos
las buenas noches.

Creo que ahora si te oigo, vida,
dices ser, simplemente,
el folio en blanco.

viernes, 7 de noviembre de 2014

Aún no he muerto






He quemado de arriba abajo el colchón,
de repente he empezado a correr
por mis pensamientos
y he perdido el norte,
me escondí entre tanto amor y miedo
y ahora no me encuentro
entre tanto desorden.
No quepo en mi, empequeñezco,
tan pronto me arrastro
tan bajo como una mentira a los ojos,
tan pronto alzo el vuelo
tan alto como los mirlos más libres.

En esta habitación
el recuerdo se vuelve humo, impasible,
un cuerdo pidiendo permiso
para realizar lo imposible,
sueños que caen de uno en uno,
cicatrices que escriben su propia historia,
un gusano de seda que desea convertirse en mariposa,
una rosa con espinas que se quedó en semilla,
un viento que se levanta dando guantazos a ciegas,
una despedida que hace de la llama ceniza
recorriendo un escalofrío por la espalda,
un pianista luchando a navajazos con la soledad,
un héroe venido a menos rasgándose las entrañas
persiguiendo a la felicidad de rama en rama
solo para alcanzar por un segundo su sombra.

Y de repente mi caminar
se convierte en un camino,
en tranquilidad, en un grito al mundo,
en un baile pisando charcos,
en una espera que merece la pena,
en una mirada que recobra su brillo,
en un reír convertido en canción,
y en un abrazo grisáceo que cobra el azul añil
de la sed del necesitado,
en mi interior mi niño está rabiando
de ganas por romper cadenas,
y me convierto en una partitura por escribir
y por borrar lo escrito hasta que sangren mis venas,
en pasos que se tambalean bajo el sol
y aún así cada huella se hace un camino,
me convierto en un violinista que estampa el reloj
contra todas y cada una de las ventanas
porque ahora soy yo el que impone el ritmo
de mis llantos y de mis carcajadas,
y me vuelvo loco siendo la carne y el hueso
que protege mi pecho de las embestidas,
me convierto en latido, en pulsaciones,
en magma y en trueno de mares encabronados,
en las zarpas de los tigres que rugen y zarandean
hartos de sentirse enjaulados en lenguas ajenas,
me vuelvo la raíz que no espera que llueva
para crecer, para creer poder tocar el cielo
con la yema de mis dedos,
y me coso mis secretos detrás de la barba
para que la realidad no se entere.

Y la realidad me tuerce el gesto, insegura,
paseando por las calles de Granada
una sonrisa ensangrentada
desde el alma hasta sus comisuras.
Que aún arrastrando las piernas
vivo con la cabeza bien alta,
y quiero con la rabia de mil tormentas
aunque duela, porque en mi corazón
siempre hay hueco para una herida nueva
si es por las personas que amo.

De repente a la palabra le asusta el silencio,
entre las líneas de estos versos
baila mi voz alegre y desnuda.

Aún no he muerto.
Y lo que es mejor:
sigo vivo.