viernes, 25 de marzo de 2016

Why so serious, empanado?

Se te ha vuelto a escapar otro. Y éste te ha pasado rozando la mejilla izquierda. Estate atento. Ahí va otro. Ni lo has visto venir. Va, va. ¡¡Espabila!! Deja de mirar las musarañas (que no son más que musas falsas) y presta toda la atención posible a… ¡¡Ahí!! ¿Tampoco? Estás lento. Te está cayendo una puñetera llovizna y te estás quejando de que tienes la boca seca. Pobre gilipollas. Imagino que ese que te acaba de dar en el labio inferior tampoco lo has visto, ¿no? Ya. A saber dónde tenías la mente. Gritas asustada que no ves un carajo, que todo está oscuro, negro… pero pasa una luciérnaga a tu lado y la aplastas. Las horas se visten de gala y tú te marchitas por el sonido del canto del gallo. 

Miras sin observar. Hablas sin escuchar. Escuchas para contestar. Te brindan la luna en bandeja de plata y te quedas atontado en tu reflejo. En cualquier momento aparece otro, respira hondo y podrás escucharlo aletear hacia ti. Te dan la verdad y decides dormir con el rumor. ¡Un papel en blanco! Te dan un puto papel para sacar todo lo que tienes dentro y te conviertes en una nana de quebranto por haberte cortado con el filo. ¡Uy! ¡¡Ese era jodidamente grande y hermoso!! ¡¡Ha pasado con tanta rapidez y luz como una estrella fugaz!! Ya veo… a ti ni aunque te caiga uno en los pies. Paradójicamente otro te acaba de subir por las piernas como el viento en Otoño. Pero a ti parece que te den igual las estaciones. De tantos intentos y tú sólo te quedas con el último. 

Das un paso mientras todo lo de tu alrededor evoluciona, mientras tú te quedas empanado mirando tus huellas. “Hay que ver que pies más bonitos tengo, ¿a dónde me llevarán?”; y sin tú saberlo han pasado a tu lado cientos de esas cosas de las que te hablo. Unos te han rozado el bajo vientre, otro te han movido el pelo. Tú no eres consciente pero ese cosquilleo de tu estómago no ha sido casualidad. Es curioso, uno de ellos se ha cabreado tanto porque no lo vieses que ha hecho tropezarte. Todo mientras tú mirabas esos bonitos pies del suelo que no sabes dónde te llevarán. 

Te iluminan el camino y tú te empeñas en tocar el fuego. Y claro, te quemas. Te hundes, te apagas, te oscureces, mudas el alma, lamentas ese color rojo-anaranjado que hace hervir tu sangre, le niegas el saludo a los buenos días del alba, te mareas, te buscas con ahínco y te pierdes más de lo que ya estabas. Ay, pajarillo… ¡Qué sería de ti si aprendieras a disfrutar del paisaje! ¡Ahí va! ¡Joder, estate atenta! ¡Viene uno, te estoy avisando! ¡Y por el este se acerca otro! ¡Y a tu espalda! ¡Ja! ¡Qué bueno! ¡Vienen de todas partes! ¡ Como hormigas portando la comida! ¡Va, va! ¿Qué haces, cretino? Deja de mirar el reloj. ¡¡Que vienen, que vienen, eh, eh!! ¡¡Que vienen, que vienen, eh, eh!! 

Sí, definitivamente estás lento hoy. Esperemos que sólo sea hoy. Da la sensación de que si a veces que te mirases al espejo, se te transformaría la cara en el rostro del Joker y con una sonrisa maquiavélica acompañada de una voz irónica te preguntarías: 


Why so serious, empanado?


Mira, ahí va otro jugueteando en tus ojos.
Otro momento para disfrutar.