sábado, 17 de diciembre de 2022

Cualquiera puede ser un hijo de puta

Este título no lo he puesto para retarte a serlo, sino para avisarte. Seguramente ya sabrás que cualquiera puede ser un hijo de puta… Incluso puede que tú ya lo seas.
 
Bien, a lo que voy que me disperso: las personas con diversidad funcional también pueden serlo. Ea, ya está dicho. Es más, tenemos más motivos porque guardamos mucho rencor.
 
Ahora en serio. Al hablar de personas con diversidad funcional automáticamente salen los prejuicios: pobrecito, tiene que estar mu triste, seguro que es un cacho de pan, una persona que sufre así no puede ser mala gente, vamos a tratarlo como un niño pequeño, con lástima…
 
Pero no, los hijos de puta son personas y las que tienen diversidad funcional también son personas. 
 
Ya está, no tengo más que decir. Solo eso: que cualquiera puede ser un hijo de puta. Menos los que venden higos, esos son santos.

domingo, 27 de noviembre de 2022

Coaching motivacionales y la dictadura de la felicidad

He cerrado una página con agradables vistas solo para escribir esta publicación. Joder, ¡qué ganas le tenía! Este tema es muy delicado, así que voy a tratar con cuidado para disimular que los coaching motivacionales son gilipollas. Y si tú crees férreamente en sus ideas, también disimularé a la hora de cuestionar tu embarrado coeficiente intelectual.

No es que ponga en duda las buenas intenciones los que se dedican a hacer este tipo de charlas, pero la cocaína durante un tiempo se les daba a los niños como medicamento y no por ello estaba bien. Bueno, tampoco lo está ahora. Pero no me extrañaría que algunos coaching motivacionales tenga como objetivo lucrarse de quienes andan perdidos. ¡Vaya! Al final sí que he puesto en duda sus intenciones. Qué torpe estoy…

Voy a partir mis argumentos desde la base de que la motivación es útil. Más que útil es necesaria. En esos estamos todos de acuerdo. Si has vivido el “no hay huevos” de tus amigos una noche de borrachera, sabrás la diferencia entre la motivación y la inconsciencia.

Una charla motivacional es útil. Las hay que tienen pepitas de oro maravillosas. Personas que son un ejemplo de superación y su situación junto a sus palabras te inyectan una dosis de fuerza interior que es de agradecer. Aportan. Suman. Hasta que…

Hasta que aparecen los que se dedican a dar continuas charlas para motivarte y emplean una serie de premisas que son puras aberraciones. Y crean esa tendencia social actual llamada “La dictadura de felicidad”.

Si no eres feliz es por tu culpa, dicen. Malos gatillazos os regale la vida…

He llegado a escuchar la siguiente frase: haz que cada persona que se acerque a ti se vaya siendo un poquito más feliz. Es decir, ¿no tengo bastante con ocuparme de mi felicidad que debo hacerlo también con todo aquel que se me acerque?

La dictadura de la felicidad nos obliga a ser felices. Todo lo que no sea eso es un fracaso. Has fracasado. Eres un fracasado. Tu vida debe de girar en torno a la búsqueda de la felicidad porque, al parecer, conseguirla o no depende únicamente de nuestra actitud. Por lo visto no hay factores ajenos que nos complican la vida.

Enhamed Enhamed, nadador español con ceguera y paralímpico, dijo en una charla algo así como (lo digo con mis palabras):

“Creo que la motivación está sobrevalorada, la vida también es esa parte de esfuerzo cuando no tienes ganas”.

Y ahí es donde yo quería llegar. ¿Ser felices siempre? Ojalá; lo firmo y sacrifico todas las vírgenes que hagan falta. ¿Ser felices siempre es posible? No, a no ser que te haga feliz sacrificar vírgenes y que no te pillen.

La vida, por desgracia, tiene momentos malos con los que vas a tener que aprender a lidiar. La vida también es eso que nos hace estar alicaídos. Y no, la culpa no es de tu actitud. Es que la vida es muy suya y sus condiciones son una montaña rusa emocional.

No pasa nada. Está bien estar mal. Estar mal está bien.

Y esta parte de la vida va a estar quieras tú o no. Le pongas actitud o no. Sacrifiques vírgenes o no. Y el peligro de los coaching es que tratan de hacer ignorar esta “cara B” de la vida. Si no la miro no está, si no la
miro no está… Ya se irá. Ya se resolverán los problemas mientras yo me carcomo las entrañas buscando una felicidad utópica.
Porque sí, a veces ser feliz es imposible.

Esa “cara B” va a estar ahí y puede que no se vaya hasta que no la soluciones. Vas a tener que mirar a la vida a los ojos y vas a tener que romperte para poder volver a construirte. No por mirar a otro lado lo vas a solucionar.

Y tienes dos opciones: escuchar esa “cara B” y superarlo o, por otro lado, puedes hacer oídos sordos. Pero con actitud, eh.

Como dice Ozelot en su canción ‘Señuelo’:

“Si... ¡Sé que no se puede estar bien siempre!

La naturaleza del placer es ser intermitente

Así que empieza por asumir que nunca serás completamente feliz

Y así quizás llegues a serlo parcialmente”.

 

Finalmente, te dejo una canción de Tote King y Rozalén que hablan sobre el tema:



 

viernes, 4 de noviembre de 2022

Las personas follan

Me he propuesto el reto de que leas esta publicación sin que acabes en xvideos, pornhub, etc… Así que voy a poner todo de mi parte, pon también de la tuya. Vamos allá. Perdóname el lenguaje soez, pero es necesario.
 
Las personas follan. Y recalco la palabra “follar”, con el único fin de tener placer a través del orgasmo, lo cual es algo puramente químico. Un orgasmo libera endorfinas, dopamina y oxitocina, hormonas que ayudan a aumentar la felicidad y disminuir la depresión.
 
Te resumo brevemente:
 
·        Endorfinas: Una de las varias sustancias que elabora el cuerpo que pueden aliviar el dolor y dar sensación de bienestar.
·        Dopamina: es frecuentemente considerada como la causante de sensaciones placenteras y la sensación de relajación. Esta sustancia se encuentra distribuida en diferentes regiones de nuestro cerebro y en cada zona desempeña un papel diferente.
·        Oxitocina: actúa sobre los sistemas del cerebro relacionados con el refuerzo positivo, es decir, con el placer, incrementando la complicidad, afecto y confianza con la pareja.
·        Y da gustirrinín.
 
Después de este curso intensivo de química y sexo, hablemos del proceso. Sí, sé que me estoy alargando, pero es necesario para llegar hasta donde pretendo. 
 
¿Qué implica el sexo? Hablando con las palabras adecuadas, el sexo implica pollas, coños, felaciones, masturbación masculina y femenina, sexo anal, vaginal y oral, tetas, culos, eyaculaciones, etc… ¿Estamos de acuerdo?
 
Ahora viene a lo que yo quería llegar. Hagamos un ejercicio: piensa en una persona (tú mismo). Tú follas y te gusta follar, ¿verdad? Porque es lo absolutamente normal (exceptuando las personas asexuales). Es así, a las personas les gusta follar. ¿Hasta aquí estás de acuerdo conmigo? Bien, vamos a pasar a la parte más interesante del ejercicio.
 
Ahora imagina que esa persona a la que le gusta follar es… una persona con diversidad funcional: cojo, ciego, autista, en silla de ruedas, parapléjico, tetrapléjico, hemipléjico, con deficiencia mental, con síndrome de Down… 
 
¡¡Boom!! Te acaba de explotar la cabeza, ¿verdad? Incluso muchos pensaréis “qué asco”. Quiero dejar claro que estoy generalizando cuando me refiero a personas con diversidad funcional, pues habrá autistas o con síndrome de Down a los que no les guste que le toquen; como puede pasarle a cualquier persona neurotípica o sin diversidad funcional física…  
 
¿Recuerdas las endorfinas, dopaminas, oxitocinas y el gustirrinín? Las personas con diversidad funcional también las generamos. ¡Qué locura! ¡Sentimos placer con el orgasmo! Y también tenemos todo lo que he explicado desde el principio hasta que he llegado a la segunda parte del ejercicio.
Y no hablar del tema no hará, sino que se hunda más y más en el pozo de los tabúes.
Te voy a contar un secreto, pero que no salga de entre nosotros: las personas con diversidad funcional también son personas.
 
Y las personas follan.

sábado, 18 de junio de 2022

Si tienes cuerpo de tortuga no tengas mente de liebre

Albert Einstein dijo una vez (porque no lo repitió más):

Si juzgas a un pez por su habilidad para trepar árboles, pensará toda la vida que es un inútil

Es una frase muy explícita y maravillosa. Pero esto es algo que va mucho más allá de una simple frase bonita: es un concepto.

Si vives continuamente haciendo comparaciones contigo y los demás siempre habrá un ganador y un perdedor. Pero, desde mi punto de vista, el que haga la comparación siempre será el perdedor sin importar el resultado.

Llevo mucho tiempo haciéndome preguntas que no son otras que clavarme alfileres entre los dedos del pie. ¿Lo estaré haciendo bien? ¿Puedo hacerlo mejor? Y todo se viene abajo cuando hago comparaciones con el resto: Fulanito hace las cosas mejor que yo, Menganito se recupera antes de sus heridas, Pascual ha salido antes de esto que yo, Pascualito ha conseguido ser feliz antes que yo…

Quizá esto me pase sólo a mí, que soy más raro que encontrar aparcamiento cuando te estás cagando…

Y después de mucho tiempo reflexionando, cuando todo era más oscuro que el ojete de un orco, llegaron las respuestas adecuadas. ¿Lo estaré haciendo bien? Lo estoy haciendo. Como puedo. Con lo que tengo. Y punto.

Entonces, ¿cuál es el ritmo adecuado para sanarse a uno mismo? ¿El de Fulanito o el mío? Siempre me decía “el mío”, pero nunca me lo creí. El momento en el que fui consciente de que el único ritmo válido del proceso era el mío fue cuando me hice esa pregunta y me reí pensando “¿Fulanito? Yo no soy Fulanito”.

Por eso es que el único ritmo que vale para sanarte es el tuyo. ¿Es lento? Sí, pero es tu proceso. ¿Ojalá fuera más rápido? Ojalá, pero no es así. ¿Es doloroso? Lo es. No puedes compararte con los demás, por la sencilla razón de que tú tienes tus herramientas emocionales y el resto otras. Ni mejores, ni peores: distintas.

Por eso el pez de Einstein crecería frustrado si lo juzgan por las habilidades de un mono. Y viceversa.

En el camino la tortuga tiene su ritmo y la liebre el suyo. Si la tortuga tiene mentalidad de liebre se querrá meter en su caparazón.

 ¿Y sabes qué ocurrirá con la tortuga? Que dejará de caminar.

Y todo por juzgarse por ser lo que no es.