lunes, 5 de enero de 2015

Mi titán









Titán que hace de una gota
una cascada de violencia
cayendo sobre mi pecho,
me hiere, me duelo,
y a veces, sin dejar de respirar,
muero.
Mi titán cuya sonrisa está hecha a cuchillazos,
cuyas lágrimas hacen sangrar la piel,
cuyos pies caminan sobre brasas hirviendo;
me vigila y me persigue.
Allí dónde voy se esconde junto a mi sombra,
no tiene rostro y cuando me acorrala
pierdo el mío, me miro en reflejos
y no me encuentro, sólo veo a mi titán
hablando con mi voz.
Jugando a ser yo. Siendo yo.
Un mezquino, un tirano,
una cadena en mis manos,
un opresor que hace de mi un prisionero,
y juntos creemos sobrevivir
en esta cárcel de ira.
Es capaz, soy capaz,
de secar los mares, de gritar tan fuerte
que el cielo se quede pequeño,
tanto como para caber en las cuencas de mis ojos;
mi titán ve por mí, y él nació ciego.
Pasos que hacen ruido y huellas que nadie recuerda.
Dice, nos decimos y fingimos decir
que nos protegemos mutuamente.
Nos mentimos.
Titán que se alimenta y se agiganta con miedo
y miedo que sueña con ser un gigante.
Yo, que titán soy
y titán evito ser.
Lo siento. Trato de controlarlo,
pero acabo por desbocarme.
Se convierte en un quebrantahuesos
alzando sus alas sobre mí;
en el vuelo de una ballena
intentando derribarme;
no conoce más que las lunas sangrientas
componiendo canciones dramáticas
con mis cuerdas vocales,
y no entiende de treguas, de respiros,
de palabras sosegadas, de silencios,
y no entiende de la compañía de
nadie.
Mi titán y yo, hecho un nosotros
de partes (in)separables.
Y nos hacemos ventarea
cabalgando sobre olas
bajo una tempestad, que,
entre él y yo, hemos dibujado;
y hace, sin que pueda amansarlo,
llamaradas enormes de una ceniza
que se me mete en los pulmones,
y me ahoga, y me ahogo.
Lo siento. Ese no era yo,
era el titán de mis adentros.
Sus abrazos no saben ser abrazos
si en su intención no hay espinas,
no sabe de caricias placenteras
sino de emociones frías
tras una máscara incandescente.
No conoce de amaneceres, de risas,
de auroras boreales ni de primaveras,
sólo sabe de explosiones en el vientre
y de tormentas en el iris.



Y cuando hablo de mi titán,
hablo de mi rabia.