Acostumbrado a hacerlo todo tarde
y a perder antes de ir a la guerra,
feliz viendo la puerta que se abre
triste viendo la puerta que se cierra.
Apenas duermo los domingos de Octubre
y escribo poemas a las tres de la mañana,
viendo cómo mi corazón roto se pudre
como el viento se estrella en mi ventana.
Mi corazón está turbio y no puedo ver el final,
y entre tanta turbulencia, me ahogo sin gritar
la corriente me aleja de la cruda verdad,
y las heridas más hondas no dejan de sangrar.
Las lágrimas arañan como un lobo
y he hecho añicos mi poca vida,
tantas veces estuve tan solo
y vi la verdad en forma de mentira.
Al volcán poco le queda para explotar,
y quisiera poder volar como las aves,
aún nos queda mucho para poder olvidar
esas pesadillas que parecen tan reales.
lunes, 9 de mayo de 2011
Amarga sonrisa
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