En esta
cárcel no caminan los ciegos,
las hormigas
no trepan los muros
ni los
pájaros pían por las mañanas,
es más, en
esta cárcel no hay mañanas,
hay gente
asesinada por sus egos,
no hay
sábanas suaves para la piel del presidiario
agonizando de
insomnio en el juego del diablo,
que
sobreviven escribiendo versos tristes
sobre las
paredes de su infierno.
En esta
cárcel ya no roban los ladrones
que de antaño
eran chavales risueños.
El sol se
asusta y se ausenta,
olvida pasar
por entre los barrotes
de hierro
dónde dentro habitan los hombres
que tiempo
atrás jugaron a ser héroes
entre las
sombras de los montes.
Esta cárcel
está a tres rondas de Brugal del cielo,
a siete
saltos por cada vida de un gato negro,
a cuatro
besos del esclavo a la libertad,
a una calada
honda del último cigarro,
a un paseo en
una preciosa noche
a manos del
miedo a soñar.
En el patio
de esta vieja cárcel baila la mala suerte
con los pies
ennegrecidos de pisar tanto corazón,
la luna
observa desde las grietas de la pared
cómo lloran
los encarcelados mientras corren
locos
buscando una razón entre tanta basura.
En esta
cárcel conviven traiciones y mentiras,
medias
verdades y falsas amistades.
En esta
cárcel, mi cárcel de carne y hueso,
vivo yo con
mis sonrisas y mis inseguridades.
El conflicto,
mi guerra interna.
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