El miedo es una mierda. Una más grande que la Alhambra y con sabor a Cruzcampo. Eso para empezar. Pero para no dejarte con ese mal sabor de boca voy a ampliar un poco sobre lo que entendemos por ‘miedo’.
Existen dos tipos de miedos: el racional y el irracional. No te dejes engañar por la terminología, pues ambos son desagradables.
El irracional es aquel que, como la propia
palabra indica “no tiene una razón”. Podríamos decir que es aquel miedo que no
tiene un origen específico o una explicación lógica. Por ejemplo: el miedo a
las arañas, a los espacios cerrados o a salir a la calle. Son miedos muy
agresivos que en muchos casos se tratan de fobias.
Por otro lado tenemos el miedo racional: es
aquel que sí tiene una explicación lógica. Por ejemplo: tienes miedo de
acertarte a un acantilado por la posibilidad de caer y matarte, tienes miedo a
la velocidad en carretera por la posibilidad de tener un accidente; o tienes
miedo de comerte un kebab por la más que posible cagalera que tendrás al día
siguiente.
Y es en este segundo tipo de miedo que hay algo
“positivo” si metemos el bisturí en él. El miedo nos avisa de un peligro y en
muchas ocasiones nos protege de sufrir. Joder, no me puedo creer que esté
diciendo esto. Pero sí, el miedo en ocasiones es útil.
En un libro llamado “La sabiduría de las
emociones” leí una comparación sobre el miedo. Decía así:
“El miedo es como esa luz del coche que te indica que te estás quedando sin gasolina. El problema no es esa luz y no desaparecerá por taparla, el problema es la gasolina”.
Y sí, reitero que el miedo es un incordio
mayúsculo, pero detrás de él hay una especie de “mensaje” que nos habla sobre
nosotros mismos. Como en el caso de la gasolina. Quizá tengas miedo de perder a
tu pareja, pero esa es sólo la “luz” que indica que tu problema es que no sabes
estar solo. Quizá tengas miedo declararte a una chica porque esa “luz” indica
que tu problema es ser rechazado.
Me duele decir esto, pero el miedo en ocasiones
es sólo el mensajero que nos habla de nosotros mismos. Porque, como dijo un
poeta de melena reluciente y barba nórdica que no soy yo, “nadie me desconoce
mejor que yo”.
Lo mejor es que te leas “La sabiduría de las
emociones” para entender desde otro punto de vista las emociones del ser
humano.
Ya lo dijo Fito y Fitipaldis:
“Lo que admiro son las flores que crecen en la basura”.
Mira en la basura de tus miedos. Quizá no sirva
de nada o quizá te conozcas un poco mejor.
O no, yo que sé… Si de lo único que estoy seguro
de todo esto que he escrito es la primera frase.
No hay comentarios:
Publicar un comentario