lunes, 27 de abril de 2015

La anarquía de tu sencillez




Escúlpeme la sonrisa con cada caída
y en cada desvío de este tropezar,
báilame aún con los huesos calcinados
y las suelas rotas de buscarte.
Mis nudillos sangrantes huelen a primavera,
búscame un desahogo que arranque
de mi cuello la soga de la puta soledad.
En los ojos guardas paraísos eternos,
en tu vientre conviven galaxias enteras
dónde tu viento cabalga sobre mis mareas
y me despeinas las ganas de rendirme.
Te ausentas, vuelas alto y lejos,
se torna agrio cada sorbo de vida
si los espejos no reflejan las auroras
que se dibujan en tu espalda.
Llevas la desnudez en la mirada
y la elegancia de un felino
paseando por los tejados.
No necesitas morir siete veces,
luchas porque la muerte sienta que,
con un viaje, se lleva siete historias.
Eres agua cristalina atravesando muros,
eres hiedra abrazando castillos de barro,
eres candil alumbrando el rostro de los cobardes,
eres la savia que calma mi cólera,
eres enigma para los valientes.
Hasta tu forma de desaparecer es arte,
aunque me dejes sin mí,
como quien, a pesar de la tragedia,
aplaude las llamas alzándose
bajo la lluvia.
Porque, tan tuya y tan tú,
desafías a la mala suerte
sonriendo bajo cualquier cielo. 
Tus ‘buenos días’ son lírica para los fracasos,
para ese violinista en continuo crescendo,
para ese equilibrista enamorado
que sobrevive desde el suelo.
Si el corazón se te encoge de madrugada
te montas en las olas, coges aire,
gritas fuerte y con gracia desollas
a coces los segundos venideros.
Te follas a la rutina a pelo,
le das magia a los días de tormenta
y sacas a relucir toda esa esencia
que brota de la fuente de tu pecho.
La asombrosa belleza de tu naturalidad
colorea, sobre el lienzo de mi cama,
la anarquía de tu sencillez.
Guardas tus emociones en los dedos,
en la punta de la lengua llevas la verdad
y haces del caos la perfecta obra maestra
de un titiritero en paz consigo mismo.
Tu aliento huele a napalm, sin censura,
bailas con fiereza sobre un suelo quebradizo
y sueñas con los pies dibujando a tientas
la más bella de tus pinturas.
Eres la utopía que lucha, muere
y resucita desgarrándose el alma
para convertirse en realidad.
Cada expiración es un verso escrito en ti,
cada bocanada es una nueva rima escrita en ti.
Al fin y al cabo, tú eres poesía.

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