sábado, 1 de junio de 2024

Violencia verbal

Translator

¿Para qué quieres comprender el concepto?

Si luego llega la perspectiva y lo gira tanto

que lo deja desnudo por completo.

 

Cuanto más me comprendo, más me extingo;

porque me obsesioné en creer

que analizar el problema y hallar la solución eran lo mismo.

 

Llevo días escuchándome,

y jamás había sido testigo

de un acto de violencia verbal tan salvaje.

 

Esta guerra entre mi cabeza y el pecho

está liderada por pensamientos que se matan

y otros que para no morir se hacen los muertos.

 

Me cuestiono mi propia existencia:

si sé que mi cuerpo y mi mente son de alquiler,

¿no sería justo poder negociar el precio?

 

El individuo siempre debe ser juzgado por el contexto,

lo contrario es una sociedad llena de azar

que te mata dándote consejos.

 

¿Aprender a pedir ayuda?

He conocido infiernos

más amables que ese.

viernes, 17 de mayo de 2024

El movimiento se demuestra andando... O no.

Translator

“El movimiento se demuestra andando” es una frase que dijo Diógenes; sí, ese que pasó a nuestra historia por el ‘Síndrome de Diógenes’ o el que acumula mierda por placer. Y es que de eso va un poco la reflexión de hoy. Antes de nada, perdonad mi mala leche, pero es que acabo de ver el tráiler de la segunda temporada de ‘Los Anillos de poder’ y, claro, uno salta.

Nuestra cultura popular está llena de dichos. Lo que conlleva que sea popular decir gilipolleces. Y, peor aún, que un populacho de borregos repita la frase como si eso les hiciese parecer más interesantes. Uno de esos dichos popular es el de nuestro amigo Diógenes. Tranquilos, todo esto tiene una explicación. No es buena, pero es. Voy a ello.

Hace tiempo me contaron una fábula. Se llama: La Fábula del Monje y el Niño que Fue a por Agua

Un día, un monje y su joven discípulo caminaban juntos cerca de un río. El monje, queriendo enseñar una valiosa lección al niño, le pidió que fuera al río y trajera un cubo de agua para beber.

El niño obedeció y bajó al río. Al llegar, se dio cuenta de que el agua estaba muy turbia debido a las recientes lluvias y al movimiento del lodo y las hojas en el fondo. Regresó al monje con las manos vacías y le dijo:

—Maestro, el agua está muy sucia y no se puede beber.

El monje le respondió:

—Entonces, siéntate y espera un momento.

El niño se sentó junto al monje y ambos esperaron en silencio. Después de un rato, el monje le pidió al niño que volviera al río y revisara el agua nuevamente. El niño obedeció y, al llegar al río, notó que el agua seguía turbia. Regresó al monje y le informó:

—Maestro, el agua aún está sucia.

El monje le dijo nuevamente:

—Entonces, siéntate y espera un poco más.

El niño se sentó y esperó pacientemente. Pasado un tiempo, el monje le pidió por tercera vez que fuera al río. Esta vez, al llegar, el niño vio que el agua estaba clara y cristalina, ya que toda la suciedad se había asentado en el fondo. Feliz, llenó el cubo y regresó con el monje.

El monje miró al niño y le dijo:

—¿Ves? Cuando dejas que la turbiedad se asiente, el agua se vuelve clara. Así es también con tu mente. Si te sientas y esperas pacientemente, la agitación se calmará y podrás ver con claridad.

 

Y fin de la fábula.

¿Adónde vas, muchacho de barba estilizada y melena de oro?, pensaréis. Voy a que avanzar no implica necesariamente movimiento. Estamos asfixiados por una sociedad que nos avasalla con el mensaje de “más, lucha, pelea, sigue, no pares, quieto no consigues nada, muévete en la vida”. Y yo -que de saber, sé poco de nada- a menudo me encuentro con ese dilema de no poder continuar porque no hay fuerzas. Movimiento, dicen. Vale, la perra gorda pa ti. Pero, ¿de qué sirve el movimiento si no sabes adónde vas? Sí, es una frase del gato de ‘Alicia en el País de las Maravillas’. Y, honestamente, prefiero hacerle caso a un gato antes que a un tipo que acumula mierda por rebeldía.

Hablo de la necesidad de parar. Mejor dicho: NECESIDAD DE PARAR. No me refiero a reflexionar sobre la vida. No. Hablo de estarte quieto y que la mierda del río de la vida pase como tenga que pasar. Hablo de dejar que tu cuerpo y tu mente saquen, por pura inercia, lo que llevas tanto soportando.

¿Ejemplos? Llorar como un descosido; gritar como un loco a pleno pulmón que estás hasta el mismísimo coño de la vida; decir “no” a una vida social que no te apetece tener en estos momentos (una cena, una quedada, un paseo); no buscar las ganas para hacer cosas de las que no tienes ganas; volver a llorar sin motivo alguno; no reírte cuando requiere un esfuerzo titánico sólo por fingir… Puedes entenderlo, incluso, de forma literal eso de “no hacer nada”. Tirarte en el sofá con la mirada perdida durante horas o levantarte más tarde de la cama ese día.

Lo siento. No vas a poder con todo. Y muy probablemente, todo acabe por poder contigo si te empeñas en moverte por pura inercia. Te mereces ese descanso.

TE MERECES DESCANSAR.

Es buen punto desde el que empezar una nueva etapa, terminar otra o, simplemente, descansar por descansar. Quizá esto nos haga parecer que perdemos: ¿cómo puede ser llorar un avance en la vida? La paz mental es un buen premio aunque no traiga “premios externos” e, incluso, nos haga perder oportunidades en la vida.

En fin. Esto es todo.

Ah, y por Dios, haceros un favor y ni se os ocurra ver la serie de ‘Los Anillos de poder’. Esa bazofia no hay río que la limpie luego de tu cabeza.