jueves, 19 de enero de 2012

Sería mentir

Podría decir que la alegría y sonrisa habitan en el séptimo cielos acompañados por una botella de ron. Podría decir que el mundo es precioso y colorido y funciona al ritmo de cánticos medievales. Podría decir que ser feliz depende de uno mismo y que la gran bola que forma nuestras ideas negativas no es más que un intento del subconsciente por arruinarnos la vida. Podría decir que la tristeza solo es una pequeña porción de nuestra pequeña historia y que los problemas son solo malas notas en la perfecta melodía tocada bajo un sol resplandeciente y un mar tan calmado como el suave sonido de los pajarillos mientras vuelan sobre el cielo en busca de un lugar donde encontrar cobijo.


Besos hostiles de miradas ajenas que alimentan mi hambre. Sangre en los labios de un amor que existe pero cuando yo dejo de existir. Tantas tristezas devoran las ganas de vivir con la misma sutileza que cada día de invierno el mar devora, a eso de las 6.25, el sol. El hombre y la mujer que empieza a ser un lobo para la mujer y para el hombre. No se trata de miedo al fracaso, sino de cansancio por el ausente éxito y por lo tanto indiferencia hacia la vida. Pez perdido en el mar que pronto será comido, por el mar. Y así va, una caótica hostilidad contra el mundo. De sexo desesperado con la soledad que le arranco a bocados las vestiduras, que araña mi vida y luego, ella tan tranquila, duerme en mi cama. Descansa junto al cordero que mañana volverá a devorar cuando el sol, a eso de las 7 de la madrugada, vuelva a salir a flote.


Y así todo. Podría decir que la vida es un cuento que nosotros mismos escribimos con ilusiones. Podría decirlo… pero eso sería mentir. O no.


Nos volvimos a cruzar en el mundo
agarraditos de la mano, sonriendo,
marcando el ritmo de cada segundo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario