jueves, 8 de marzo de 2012

Luna

Morirá, ¿y qué más da?

si sólo es un gusano

en la ciudad.


Huirá, ¿y qué más da?

si ahora la mariposa

quiere volar.


Caerá, sus alas agujereadas

por todas las lágrimas

de tanto tropezar.


Andará, si son sus pies de barro

la mezcla de lluvia y tierra

de sangre y piedra.


La hormiga obrera se ha sublevado

ya está harta de reinos y reinas

sin poder ser princesa.


Luna, ¿dónde vas hoy tan ramera?

tú tan otoño,

yo tan primavera.


Luna, ¿dónde dejaste a tu amante?

preguntó el mudo a ciegas

con crisantemos en mano.


Luna, ¿qué pasó que ya no te aburres?

contestó con unos ojos sonrientes

mientras follaba sobre las nubes.


Me confiesa que cada hora se droga

que si no lo hace no es persona

en quién confiar.


Me dice que se esnifa las mentiras

que la gente olvida

en el bulevar.


Dice que echa de menos la barra de un bar

donde poder conversar

conmigo a oscuras.


Me cuenta que ya no quiere dormir, ya no,

dice que ya no quiere soñar, ya no,

que prefiere correr por lo llano.


Dice que disfruta distorsionando la realidad

que la mariposa vuelve a su capullo

y el gusano aprende a volar.


Dice que el tronco del roble es de papel mojado

que las hojas de sus ramas son de cemento

dice que la paz se ha suicidado.


Y de repente, en el anochecer se atragantan sus palabras

dice que de tanto decir se ha quedado en nada

que la deje sola.


Que ahora la soledad será su droga,

me abandona,

luna.


Morirá, lejos de cualquier lugar

sin montañas sin ríos,

sin abrazos.


Huirá, mientras llora sin más

sin más que hacer que llorar

sin control.


Caerá, sobre un campo de espinas

de algún prado olvidado

de algún poeta.


Andará, si sus pies aguantaran

el rastro de sus huellas

más que marchitadas.

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