Pasen
despacio y sin hacer ruido al corral
dónde sangran
mis nudillos de golpear
las paredes
al escuchar tanta verborrea.
Pisen con
cuidado no se vayan a hundir en el cieno
dónde se
pasan noches enteras los gallos de pelea
por llevar la
razón en una discusión de necios.
Ciego va el
pastor golpeándose con cada bebedero,
comprobando
que el agua no sea veneno
para los
pájaros que mueren de sed.
Bienvenidos
al corral,
al corral de
la humanidad.
Ahí corre el
labriego a quemar el verdegal,
con antorchas
de fuego que abrigan su ego
a costa de
los demás.
Los cerdos se
revuelcan en el fango
preparados
para dar caza a los perros
que bailan
tangos con una sonrisa.
Aguantan
bellas las flores que nunca nadie regó,
se siguen
quedando en los huesos las malas miradas
que deshilan
las alas negras del paredón.
Bienvenidos
al corral,
al corral de
la humanidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario