domingo, 5 de mayo de 2013

Latidos



No bombea sangre
ni alimenta las ganas
de sangrar por nada
ni nadie.
No, no.
No es un corazón vivo.
Está como ausente,
un solitario árbol
rodeado de hojas
que se niegan a caer
para aligerar el paso.
No, quizá no.
Es una manada de toros
que te persigue por detrás;
latidos, suelen llamarlos;
por mucho que corras,
corren más.
Si, es posible.
Un corazón ahumado
que crece dentro de un sauce,
que cada noche talan en silencio,
huyendo con miedo a que la vida,
en cualquier despertar, le clave los cuernos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario