Que sangren las ideas con hostilidad,
que de las heridas salgan versos. A navajazo limpio en la oscuridad y que
griten los demonios hasta arrancarse la piel, hasta dejar que las voces se
mueran en susurros de violencia, de
rabia, de nostalgia… Correr a ciegas hasta perderme, de encontrarme
inconsciente y olvidar que en algún momento me perdí para seguir buscando. Volar
con los pies en el suelo, el odio al descubierto, el corazón bajo la almohada,
la sonrisa astillada y el reloj de arena en el fondo del mar. Romeo no para de
morir de sobredosis y resucita por desamor a lo liviano; y Julieta, ¿alguien
sabe algo de ella? La última vez que la vieron lloraba en el bar más triste del
norte de la ciudad. Al pianista de esta pieza absurda le disparan desde lejos
con indiferencia y, para colmo, se muere de hambre. La mejor poesía nunca se
escribió, el papel en blanco ganó la batalla. El silencio esclavizó las
palabras, y gracias. Los sentimientos están anestesiados de tanto, ¿cómo lo
llaman? Ah, sí. Anestesiados de tanto sufrir. Vuelven los demonios, esos que
nunca se fueron.
Hay que ver cómo te inspira la noche... Propondría que hicieran una exposición de tus poemas, y no la mierda que hay colgada en las palmeras del ayuntamiento, pero son demasiado profundas (y oscuras) para que te aceptaran. Sigue el camino del poeta marginal, que es el que mola.
ResponderEliminarPoeta marginal, eso me ha gustado.
ResponderEliminarEra eso o borracho rehabilitado...
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