¿Qué me quieres decir,
vida?
Si es que me hablas a
mí.
Tú que enseñaste al
ser humano a encabronarse
hasta arder por
dentro y soltar la rabia a susurros,
no te entiendo, vida,
intenta hablar más alto,
tú que enseñaste al
ser humano a enajenarse
hasta odiarse en el
espejo y hablar de amores a gritos.
Detrás de tus
palabras hay laberintos,
mareas, oleaje,
campos yermos
y un paisaje en
llamas donde
los cielos se quedan
pequeños.
¿Qué me quieres decir,
vida?
Tú eres este fango
donde hay marcas de pies desnudos
bailando un tango con
el ritmo que marca
el canto de las almas
al aire libre,
tú que eres la arquitecta
de sonrisas
de un calibre que no
caben en el pecho.
Debajo de la piel nos
guardas fotografías
en blanco y negro a
las que dar color.
Vida. Tú, que eres el
trago y la sed,
que eres el hambre y
la manzana que la mata,
tú que eres el norte
y la brújula
apuntando a la
sinrazón.
Tú, vida, que eres el
barco de vela
y el mar que lo
hunde,
eres la sangre,
costumbre, silencio
y te conviertes en el
dragón coloso
batiendo sus alas sin
poder mover la pluma,
con cuya tinta
escribes las batallas.
¿Qué me quieres decir,
vida?
Tú que abrigas el
vientre de una madre
con la ferocidad de
una loba,
tú que eres la cuerda
que da música al mundo
y la soga que deja
marcas en el corazón.
Tú, vida, que por fuera eres una fuente
de agua
y por dentro un volcán en constante
erupción,
tú que das revolución y quitas la voz,
que eres a la vez la herida y la cicatriz;
que haces de lo bello algo macabro
y sacas del dolor pinceladas de
belleza.
Calma y huracanes en tus ojos,
eres la segunda oportunidad del verdugo,
el tiempo que se le escapa al testigo,
eres el abrazo y las coces en el
estómago,
eres las ganas que se van por la
ventana
y aún así vuelves para darnos
las buenas noches.
Creo que ahora si te oigo, vida,
dices ser, simplemente,
el folio en blanco.
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