viernes, 25 de noviembre de 2011

A navajazos con el amor

¿Por qué el amor no baila en el patio del ciego? ¿Por qué, si tan dulces son sus abrazos, no ayuda al invidente a cruzar la calle de la felicidad dejando atrás el barrio soledad? Adelante, ¿quién da más? Se venden clavos y cuerdas para maniatar a la libertad. No pretendas que no siga haciendo preguntas, si las respuestas que encuentro en los charcos no son de mi agrado. Si con tanta nube oscureciendo mis pasos aprendí que después de un mal trago viene otro mal trago. ¿Por qué el amor no susurra nanas al oído del sordo? ¿Qué le hace vaciar sus pentagramas por las noches? Sembré semillas sobre suelo duro y brotó un muro que no me deja avanzar. No hay más que ríos de hiel y sueños. ¿Por qué el amor no llama a la puerta de los que tardan más en abrir? De los que tiñen de sonrisas y cicatrices su abril. Hambre en el felpudo del pobre, pan en la puerta del necio. ¿Hay alguna razón para que el amor no preste su hombro a quienes calzan sus mesas con piedras? ¿Por qué no presta paraguas a quienes andan descalzos? ¿Por qué no se atreve a mirar a los que sonríen por los ojos? ¿A esos que lloran los días de lluvia? Aviones de papel bombardean nuestras cabañas de cartones. Y no existen razones que justifiquen tantas mentiras. Quiero arrancar los lunes del calendario. ¿Por qué ya no escuchas al mudo? Ya no sientes los latidos de su pecho. No quiero seguir buscando cachos de esperanza en las cáscaras de los limones. Ayer lo escribí en la arena para preguntárselo cada día al sol: ¿Por qué ya nadie talla corazones en los soldados con piernas de madera?


No quiero seguir limpiando pistolas con pétalos de rosas.

1 comentario:

  1. Quedaba mejor tal y como lo tenía dibujada en mi cabeza, pero bueno. Esta es bastante especial y dice mucho para mi.

    Gracias, muchacha.

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