Quiero mis viejos juguetes hechos de paciencia
para poder pellizcar las esquinas de las calles
de mi infancia y sentir que aún sigo vivo,
que no se resquebrajen mis retinas,
si la inocencia aún sigue viva.
Viva más que muerta.
A la sombra de las caracolas donde jugaba
a ser el héroe de los barrios pobres
ahora se mata la gente con pistolas.
El pan ennegrecido de mi mesa será la cena
para los buitres que revolotean nerviosos mi cabeza
esperando que cueza mis sueños y miedos
en una agujereada cacerola de viejos festines.
Llueve, duele y muere pero no hace ruido
que los críos aún no se han despertado
y las doncellas se peinan con la rama de un olivo,
cuando los cuervos ya han parido a destiempo
personas que les sacarán los ojos.
Las cuerdas del gallo que cacarea están rotas,
la niebla esconde la tierra dónde guardo mis secretos,
dónde descubrí que las moscas no revolotean solas
la mierda de los demás, están en compañía.
En mi puerta ya no baila la gitana aquella tan sonriente,
ella tan guapa de cabellera morena y ojos color esmeralda
que portaba con elegancia el ritmo en los pies,
y la luna siempre celosa le daba la espalda.
Quiero volver a ver a esa gitana tan sonriente.
Quiero volver a escuchar a ese cuentacuentos
de voz pacífica que siempre contaba finales felices,
quiero volver a escuchar a ese señor de barba blanquecina
que te hacía volar sin levantar los pies del suelo
galopando a los cuatro vientos.
En lo alto del cerro construí con pedruscos cargados por bueyes
una cabaña para esconderme de los látigos de la madurez
que son el alud que me clavó en la cruz y me atracó,
quitándome los ropajes, rompiéndome los juguetes.
Quiero que vuelvan los juglares, los faquires, los tragafuegos,
los cuentacuentos y las gitanas que hacían que palpitase
cada mañana al ver como las nubes rozaban los cielos.
Dónde antes crecían los crisantemos bajo el sol
hoy son campos yermos que mueren de sed
dónde sólo crece la mala hierba desorientada
y la hiedra escala por las grietas de mi pared.
La fuente sigue intacta emanando agua a cascadas
aguanta de pie por más que el cántaro vaya,
y el perro que siempre me acompaña echa a patadas
las pesadillas que me persiguen en mi naufragar.
Quiero que vuelvan ávidos por sonreír mis viejos juguetes
no quiero que se acerque ni un lobo a devorar corderos
ni mentirosos que fingen ser prisioneros del alba,
que no quiero obligaciones ni leyes dentro de mi cabaña
ni rezumar tristeza antes de amansar fieras.
A la primera no he entendido nada, me parecen frases de aquellas de Toñi en francés, pero me pasa lo mismo con todas las grandes poesías de los grandes poetas, así que...
ResponderEliminarLino
El nivel de Toñi nunca será superado ni siquiera igualado. Pero me halaga que me compares con sus idas de olla. Con respecto al no entender es normal, a veces ni yo mismo sé lo que escribo. Me gusta enrevesar las cosas y que no sean de fácil lectura, que haya que pensar. Otras veces simplemente son versos que me gustan como quedan sin tener significado especial alguno.
EliminarUn saludo Lino, me ha alegrado leerte.