lunes, 4 de abril de 2011

Mensaje en una botella

Mi alma gritó a través de mis ojos rasgando mis mejillas. Ando perdido en un bosque oscuro como la boca del lobo, más mi única luz es la luna. Mi acompañante en los momentos tristes cuya presencia brilla cada noche más.

En mi mundo nunca existieron bellas princesas de cabellos rojizos. Confieso creer que mis ropas desgastadas y mis heridas cicatrizadas las hacen huir como la pantera huye del fuego o el hombre de la realidad. Sería mezquino por mi parte no mencionar las multitud de manos que me ofrecen su cariño con amistad y buenas intenciones, a pesar de que algunas solo lo hagan por lástima o compasión. Prefiero la muerte antes que recibir esos envenenados sentimientos pero me ganaría el infierno si rechazo sus ofrendas con rencor.

Mis calzados siempre estuvieron húmedos, gastados, rotos… y mis pies sangraron de tantas malas experiencias vividas. Hoy mis caballos andan cojos y cansados, y mis caminos son tan largos como empedrados.

Hay noches en las que ruego que todo acabe de manera rápida mientras que otras golpeo mis heridas y mis fuerzas surgen de la mas vacía nada desafiando al culpable de mis desgracias o al ladrón de mis sueños a que mande a mis senderos tormentas o violentas lluvias advirtiéndole pues, no serán suficientes para ganarme la guerra.

Creo haber desahogado todo lo que apretaba mi cuello. Me retiro a descansar que mañana he de seguir dibujando mi camino. Buenas noches.

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