lunes, 26 de diciembre de 2011

Me enervo y me enamoro

Y quisiera algún día, el menos esperado, volver a mi cascarón
pintar cuadros sobre las noches que nunca pasé en Venecia,
poder recordar esos días de aguaceros bajo el paraguas
que no pasé con nadie y que dieron sentido a mi existencia.

Árboles de hojas caducas decoran mi vida de secano
lazos fríos de promesas rotas entre yo y el mundo,
segundos que, por segundos, me hacen sentir humano
al guardar en mis entrañas mil sueños perennes.

Me molesta el avanzar de la luna con sigilo
y el golpear sosegado de las agujas del reloj,
me amansa la noche y el aire fresco de las dos
me relaja el cantar del pájaro desde su nido.

Salgo de mis pensamientos, me asfixio
este habitáculo es muy pequeño para mí.
Salgo de mi telaraña vacía y no existo,
paso a ser huella efímera en el barro.

Y no florecen amores ni placeres frágiles.
No marchitan mis ideas pintadas de sinrazón.
Me entristecen los espacios muy reducidos.
Que alguien me saque, rápido, de este corazón.

Y aquí a mil kilómetros de lo que quiero, me enervo.
Me ciega y me calla el silencio que tú me otorgas.
Y quizás no merezco, amada, poder soñar despierto.
Princesa que se esconde en la cuenca de este cuervo.




Cada día persigo sombras que se disfrazan de luces.

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