Será de cada
amanecer mi amantar,
viendo
océanos tras tus verdes ojos,
y así dejarán
de apuñalar el silencio
las voces
toscas de los locos.
Que haré yo
sin esas sonrisas llenas de vida
que sacas a
besos de las heridas de este minero,
que se pasa
los días viendo tu reflejo en el río
y trepando
robles para traerte un trozo de cielo.
Que será de
mí sin esas nanas cantadas al oído
que me hacen
olvidar que soy un niño perdido.
Quizás no
logre ser más que la sombra de la nada
que huye
asustada con los pies sangrantes.
Que será de
mí sin ver caer por tu espalda gotas de rocío
que me
marquen el camino de vuelta a mi hogar.
Que será de
mí las noches que llore y muera de frío
lejos de ti y
de tu serenidad al andar.
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