Dime de qué
color quieres que pinte el cielo,
por qué
ventana quieres que entre desnuda la aurora,
cuántos
corazones descosidos cuelgo del techo
para que
cuando me vaya no te sientas tan sola.
Malgasto las
noches contando las estrellas
y los días
buscándolas como un enajenao,
escondo con
prisa los versos tristes
debajo del
colchón tan sucio y mojao.
La hojarasca
del maldito otoño ha apagado el tragaluz,
que harán sin
nada las mañanas que no saben de tu vida,
que haré de
mis días sin saber si estarás ahí cada despertar,
sin saber si
me harás compañía en este taciturno viaje.
Sé que sin ti
no llego a ser más que sombra entre la lluvia,
sé que tú
puedes ser y serás sin mi todo cuanto quieras,
pero también
sé que tus manos empiezan a estar frías
y es hora de
ser sin ti lejos de tu regazo, querida soledad.
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