miércoles, 20 de junio de 2012

Tan eterna


Clamas libertad desde jaulas de polvo,
de barrotes de barro hechos bajo el aguacero,
con alas ennegrecidas de tanto enfangarte
buscando en los charcos un agujero
donde poder disparar lágrimas de cocodrilo.

Gritas, tan alto como llegan tus pulmones,
preguntando porque la felicidad te evita,
mientras con punzones oxidados esculpes
en las estatuas viejas del jardín una sonrisa
que se haga eterna.

Tan eterna como el odio del demonio
sobre ti, por huir.
Clamas libertad mientras la estás pisando,
entristecido por ella.

Tan eterna como el amor del cachorro hacia su madre
que se pelea hasta con el aire, para alimentarlo.
Tan eterna como el bailar de las olas sobre la orilla,
tan eterna como el camino del trotamundos.

Gritas, tan alto como llegan tus pulmones,
pidiendo algo que te impide ver la ceguera,
pidiendo esa sonrisa y libertad eterna
que pretendes tocar sin salir de tu madriguera,
sin salir de ese agujero bajo tierra
en el que siempre es de noche,
en el que siempre es invierno.

Tan eterna como el odio del demonio
sobre ti, por huir.
Clamas libertad mientras la estás pisando,
entristecido por ella.

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