sábado, 26 de mayo de 2012

La cárcel


En esta cárcel no caminan los ciegos,
las hormigas no trepan los muros
ni los pájaros pían por las mañanas,
es más, en esta cárcel no hay mañanas,
hay gente asesinada por sus egos,
no hay sábanas suaves para la piel del presidiario
agonizando de insomnio en el juego del diablo,
que sobreviven escribiendo versos tristes
sobre las paredes de su infierno.

En esta cárcel ya no roban los ladrones
que de antaño eran chavales risueños.
El sol se asusta y se ausenta,
olvida pasar por entre los barrotes
de hierro dónde dentro habitan los hombres
que tiempo atrás jugaron a ser héroes
entre las sombras de los montes.

Esta cárcel está a tres rondas de Brugal del cielo,
a siete saltos por cada vida de un gato negro,
a cuatro besos del esclavo a la libertad,
a una calada honda del último cigarro,
a un paseo en una preciosa noche
a manos del miedo a soñar.

En el patio de esta vieja cárcel baila la mala suerte
con los pies ennegrecidos de pisar tanto corazón,
la luna observa desde las grietas de la pared
cómo lloran los encarcelados mientras corren
locos buscando una razón entre tanta basura.

En esta cárcel conviven traiciones y mentiras,
medias verdades y falsas amistades.
En esta cárcel, mi cárcel de carne y hueso,
vivo yo con mis sonrisas y mis inseguridades.
El conflicto, mi guerra interna.

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