Hoy el diablo
me ha venido a visitar a mi casa en ruinas
dice que en
el infierno hace ya que nadie le quiere,
que si se
descuida volverán a picotearle las heridas
los enanos
que huirán si temblaran las paredes.
Hoy me ha
venido a visitar el diablo en calzoncillos
dice que su
alma gemela es un malhumorado chatarrero,
que los días
de lluvia se disfraza de humilde camello,
dice que no
son tan distintos.
Hoy el diablo
entre tiritones me abraza,
dice que quiere
tergiversar la realidad
hasta que las cabras
canten ópera
y cortar los tallos
de la coherencia.
Me cuenta que inventa
ser diablo para que alguien piense en él,
me dice que
sólo habla con sentido común cuando se le pone dura
que a duras
penas cojea si las palomas mensajeras se pierden en la noche,
y de repente
solo entre tanta gente recupera la cordura.
Mientras
hablo me sonríe el diablo con ironía,
la noche para
él es más clara que el día.
Me canturrea
una nana eterna de unos segundos,
mientras el
muy cabrón me muestra su sonrisa.
Para y, entre
el chirrido de grillos, llora
acostado en
mi hombro derecho se ahoga.
El diablo ya
no es diablo en el infierno
pero el muy
cabrón sigue sonriendo.
Me ha
visitado el diablo con ojos llorosos
y ya se ha
ido, escribió en mis huesos:
“Felicidad es
la palabra más bella del mundo,
pero sólo es
eso… una palabra”.
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