Caen las
verdades tan sutiles y lentas como caen las plumas un día frío de otoño.
Despacito planean mientras ven el suelo acercarse como ese precipicio eterno. Vuela
y una racha de viento amable la golpea dejándose caer hasta el estanque. Allí,
hace de sus aguas olas y mares que tergiversan la realidad de quienes lo miran,
de quienes lo observan tranquilos desde la cercanía. Y ese reflejo de la luna
brillando sobre ese estanque se ve turbio, se distorsiona, no para quieto ante
los ojos del ciego que hunde su bastón viejo sobre el cieno para comprobar la
profundidad. Y esa pluma venida de nadie sabe donde hace entrar en guerra a
aquellos que observaban en silencio como las aguas seguían su curso en ese
estanque de ese antiguo patio. El sol ya no brilla con fuerza.
Y así caen
las verdades como plumas, alterando la vida de los que vivían en paz.
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